EL ARTE DE CONOCERSE /
No pasa nada si lo único que has hecho hoy ha sido existir
Por Antonella Fayer
Foto cabecera por Valeria November /
En la antigua Grecia, antes de plantear cualquier consulta a los dioses, se obligaba al viajero a investigar su propia esencia como punto de partida para comprender el mundo.
No vivimos en aquella Grecia que transitó Platón reivindicando la importancia de “conócete a ti mismo”, sin embargo, esa esencia es inherente a cada uno de nosotros. De modo que dan igual el tiempo y la distancia que separan aquella realidad de esta, conocernos y mirar hacia dentro antes de dar cualquier paso, seguirá siendo clave para abrir caminos.
Ser capaces de mirarnos con la única finalidad de conocernos para ser.
Hoy en día, recibimos y generamos información constantemente, más de la que necesitamos, y me resulta paradójico que seamos capaces de observar el exterior con tanta curiosidad y olvidemos, o evitemos, mirar hacia dentro con la misma intensidad.
Creo que no me equivoco al afirmar que aún queda mucho camino por recorrer para que los seres humanos asumamos que tenemos una vida interior que es necesario conocer y cuidar. De hecho parece que aún estamos lejos se conseguir lo que algunos autores como Josep Maria Esquirol llaman la búsqueda de la intimidad.
Vivir bombardeados a diario con la saturación y estimulación constantes no nos permite conocer esa vida privada que reside en nuestra mente y que Rainer María Rilke definía así:
«Si pensamos en la existencia del individuo como una habitación más grande o más pequeña, parece evidente que la mayoría de las personas aprenden a conocer solo una esquina de su habitación, un rincón al lado de la ventana o una franja de suelo que recorren arriba y abajo».
Efectivamente no siempre conocemos todo lo que forma parte de nosotros, por eso para mi el autoconocimiento tiene que ver con la valentía, con atreverse a explorar y tener la inquietud de avanzar más allá de los límites de esa habitación. Tengo claro que conocerse es todo un arte, lleva su tiempo y requiere curiosidad y capacidad de asombro, y eso sucede cuando el ser humano es capaz de parar y hacer reflexiones profundas. El problema suele ser que queremos el resultado pero no el proceso, no hace falta que me detenga en explicar lo poco que «paramos» hoy en día, la poca actitud filosófica que tenemos para hacernos las grandes preguntas y tener el valor de dejarlas abiertas, de no contestarlas inmediatamente; de hecho, te propongo algo: piensa en una situación en la que hayas estado sin “hacer nada” durante un período de tiempo no elegido por ti y párate a pensar si recuerdas las emociones y pensamientos que has tenido
Tenemos tan incorporado la importancia del “hacer” que se nos olvida “ ser” y en estas situaciones nos invaden emociones negativas por “sentirnos no productivos”, que nos frustran y que nos pueden llevar incluso a la depresión.
No pasa nada si lo único que has hecho hoy ha sido existir
Hace más de trescientos años Pascal, en su obra Pensamientos, hablaba así de la dificultad que tenemos de estar con nosotros mismos: «nada más insoportable al hombre que vivir en pleno reposo, sin pasiones, sin quehaceres, sin diversiones, sin nada en qué ocuparse. Entonces siente su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío»
Para mi la solución a esa sensación pasa por hacer un verdadero viaje a la autenticidad, sin miedos, incorporando a nuestra vida capacidad reflexiva, que nos permita ser más dueños de nuestros pensamientos y hacerlos conscientes.
Recientemente, la investigadora y científica Narareth Castellanos comentaba “cuando eliges a quién pides un consejo, ya has elegido tú el consejo”. Palabras que me recordaron la importancia de mirarse, conocerse y entender el impacto que tiene todo lo que hacemos y desde dónde lo hacemos. Hasta qué punto es clave desarrollar la capacidad de control voluntario sobre nuestros pensamientos, ser conscientes de nuestros procesos mentales para no ser arrastrados por ellos.
En este sentido, para mi está claro que el autoconocimiento es el refugio interior de cada uno. Ese espacio único dónde están las preguntas que necesitamos, dónde se encuentra nuestra identidad y libertad de ser quienes somos.
Por fin es cada vez menos raro ver líderes enfocados en su autoconocimiento, en la búsqueda de su refugio interior, en preocuparse por ser mejor persona que líder, en ampliar su conocimiento desde las humanidades y seguir superando niveles de conciencia. No puedo dejar de mencionar en este punto al proyecto @Wander, con el cual tengo la suerte de colaborar, que para mí es ejemplo de refugio interior, una escuela para cultivar el asombro y potenciar la capacidad de impacto de los nuevos líderes, trabajando con las tecnologías más poderosas que tiene el ser humano: la mirada, el pensamiento y la conversación.
Platón dijo que “la esencia del conocimiento es el autoconocimiento”, mi invitación es adentrarnos en ello con asombro y empezar a dar estos pasos: conocerme, comprenderme, aceptarme, superarme.