DIVERSIDAD COMO VENTAJA COMPETITIVA /
Sin ella ninguna empresa podrá ser rentable, exitosa y sostenible.
Por Antonella Fayer
Imaginemos unas fotografías históricas en blanco y negro, sobre ellas, un rotulador de color amarillo intenso selecciona a la única mujer: por ejemplo, Katherine Johnson, la matemática de la NASA responsable de calcular el regreso seguro a la Tierra del Apolo 11 se destaca en la esquina de una habitación llena de hombres. Otra mujer destacada gracias al rotulador es Lise Meitner, la descubridora de la fisión nuclear cuyo compañero fue galardonado con el Premio Nobel.
Este es el planteamiento de una inteligente campaña de impresión de la marca de rotuladores Stabilo Boss que con una impactante simpleza enfatiza el papel de mujeres importantes que han sido ignoradas a lo largo de la historia. Subraya a todo color lo que la historia ha dejado en muchas ocasiones en el olvido y se vincula de lleno con el hilo conductor del movimiento global que lucha por la desigualdad de género y gana espacio en la agenda pública.
Un movimiento que cobra fuerza porque pese a que la presencia de la mujer en el entorno laboral se ha multiplicado en las últimas décadas, su papel aún dista mucho de ser equiparable al de sus colegas hombres. De hecho, el informe ‘Gender Diversity in Senior Positions and Firm Performance: Evidence from Europe’, publicado por el Fondo Monetario Internacional en 2016, muestra que las mujeres tan solo ocupan el 19% de los puestos directivos de las 600 grandes empresas europeas. Aún más tímido es el ínfimo 4% de CEO mujeres en estas compañías. Dos cifras sin duda alejadas del objetivo del 40% marcado por la Comisión Europea para el 2020.
Junto a esta realidad palpable, otra gana espacio y titulares en los medios, aquella que comienza a instalarse en el ámbito empresarial y que defiende que, sin diversidad de género, ninguna empresa podrá ser rentable, exitosa y sostenible. Un planteamiento que va más allá y cuestiona los valores y la cultura de aquellas compañías que en pleno siglo XXI son capaces de renunciar al 50% de la población. ¿Hasta qué punto estas compañías pueden alcanzar el éxito cuando hoy en día consumidores y empleados buscan vinculares a empresas que defiendan sin tibiezas valores irrenunciables?
La realidad es contundente y vivimos un tiempo en el que la diversidad de género se ha convertido también en una prioridad para las compañías que quieren ser competitivas sin olvidar el compromiso con el entorno. Más si cabe cuando está demostrado que la diversidad supone una ventaja en muchos sentidos, como por ejemplo en los equipos, tener equipos basados en la diversidad lleva a una mayor competitividad y potencia la creatividad y la innovación, pero, además:
- Nos ayuda a ganar la guerra del talento: si conseguimos crear un entorno inclusivo y diverso tendremos acceso a un pool de talento mucho más amplio, y seremos capaces de atraer a los mejores. El talento no entiende de sexo, ni de edad, ni de orientación sexual, ni de raza…
- Mejora la calidad en la toma de decisiones: los equipos diversos hacen que nuestras decisiones sean más objetivas. Una persona diferente contribuye al grupo porque aporta información nueva, pero además el propio grupo interactúa de manera distinta porque se siente más libre para aportar ideas al haber diversidad en el grupo.
- Nos permite entender mejor y acercarnos a nuestro cliente: la diversidad incrementa la cercanía con el cliente. Hay compañías que han realizado estudios, llegando a la conclusión de que los estereotipos y sesgos son enemigos del crecimiento.
No obstante, la Diversidad de género por sí misma no aporta valor, es más, si no logramos gestionarla adecuadamente puede convertirse en una fuente de conflicto. Por ello necesitamos comportamientos diferentes en los líderes, para que sean quienes logren poner en valor la riqueza que aporta y entre todos revertir las cifras desalentadoras de las estadísticas. Para ello, los líderes deben incorporar en su hoja de ruta aspectos clave en torno liderazgo inclusivo como la gestión de la Diversidad, la inspiración, la visión y la transformación.
El mundo reclama cambios y esto implica que la diversidad de género debe estar en el día a día de las organizaciones, en su ADN. Es el momento de poner en valor aquello que tan injustamente ha permanecido en la sombra (en el blanco y negro de las fotografías) y dar la bienvenida a un más que necesario cambio de rumbo.